Alfred Flechtheim: Figura fundamental de la cultura y el arte del siglo XX

Hace dos años me topé con una maravillosa bitácora virtual llamada Flores extrañas que por medio de reseñas biográficas coloridas e impactantes pone en evidencia el brío intelectual y artístico de la Europa de entreguerras. Entre ellas está la de Alfred Flechtheim, el galerista, mecenas y perito en arte moderno quien junto un puñado de congéneres tales como Paul Cassirer, Daniel-Henry Kahnweiler y Gertrude Stein jugaron un papel instrumental en la estética del arte del siglo xx. Flechteim, para precisar, fue el galerista insigne de la República de Weimar, un abanderado del arte francés y ante todo del cubismo en Alemania.

Me lancé con apetencia y presteza en busca de más información acerca de Flechtheim, convencida que toparía con al menos un par de libros o de jugosos artículos, pero me sorprendí al enfrentarme con una profunda oquedad bibliográfica. Salvo algunas excepciones proverbiales, solo logré ubicar escuetas referencias pasajeras en publicaciones académicas. Aunque son muchas las razones y los factores que determinan por qué ciertos temas o personalidades reciben más o menos atención por parte de los investigadores académicos, la falta de información con respecto a Flechtheim (y algunas otras personalidades) sin duda proviene en parte por la incomodidad que suscita abordar la polémica de la compraventa de las obras de arte robadas en la era nazi.

Hoy en día, distinguidos museos, galerías e individuos poseen obras de arte sabidas o sospechadas de procedencia ilegal. Para estas instituciones, la posibilidad de tener que compensar o regresar obras de arte a los herederos legítimos pone en juego billones de dólares. Por lo tanto, no es de sorprender que haya individuos, instituciones e incluso sectores gubernamentales sumamente reacios a fomentar la investigación o díscolos ante el suministro de información (vedando el acceso a archivos o incluso suprimiendo fuentes) sobre victimarios, colaboradores o víctimas del robo de obras de arte.

La figura de Flechtheim, como persona y símbolo, invita a conversar sobre la efervescencia artística de la Europa de anteguerra y entreguerras y a reflexionar sobre la inmensa pérdida  cultural que acarreó su persecución y muerte. No menos importante es la obligación que tenemos de enfrentar los incómodos fantasmas de la segunda guerra mundial que calan en el mundo del arte. La vida y obra de este gran mecenas despliega contundentemente la relación intrínseca, como hélice de adn, entre la política, la recuperación histórica y la memoria.

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